Cómo realizar la baja de un coche
Una vez decidimos no seguir utilizando un coche, sea por el motivo que sea, siempre nos planteamos qué hacer con él. Y el primer paso es darlo de baja, para lo cual podemos dirigirnos a centros especializados en estas lides que Tráfico pone a nuestro alcance de forma gratuita. De ahí se deduce que aunque una de las primeras reacciones de algunas personas es abandonarlos, cabe que señalemos que eso no nos resultará económico, ya que luego habrá que hacer frente a diferentes sanciones y a los costes que suponga su retirada con una grúa. Así pues, hay que tener presente que aunque quitemos la matrícula antes de abandonar el vehículo, nos sancionarían igualmente porque hay otras maneras de identificar un coche como puede ser a través del número de chasis.
Por tanto, lo más adecuado para nuestro bolsillo y para el medioambiente es darlo de baja correctamente y entregarlo a un Centro Autorizado de Tratamiento de Vehículo (CATV), donde nos darán un certificado de destrucción del vehículo que certificará la baja del coche en Tráfico. Para ello, escogeremos el CATV más próximo a nuestra ciudad, donde entregaremos el coche y algunos documentos para realizar las gestiones pertinentes como pueden ser una fotocopia del DNI del titular del coche, la ficha de la inspección técnica, la solicitud de baja que el CATV nos dará para rellenarla, el permiso de circulación y el certificado de destrucción que el CATV nos facilitará para que podemos justificar que el vehículo ha sido deshecho. Y por supuesto, el coche que nos disponemos a desguazar.
Dicho papeleo lo podremos llevar a cabo en persona, por mediación de un concesionario o a través de una gestoría especializada en Tráfico, una opción esta última, que tampoco supone un gran desembolso. De hecho, se trata buscar la ayuda de profesionales en el tema cuyos servicios suelen rondar los treinta euros.
Por último, expuesto todo lo anterior, podemos concluir que dar de baja el coche es, además de recomendable, más sencillo de lo que puede parecer en primera instancia, por lo que a la vez que cumplimos con lo estipulado por la ley, nos ahorramos todas las sanciones que nos pueden imponer.